Establecemos diversos ambientes que satisfacen las inquietudes del alumnado. Esta organización favorece la socialización, la autonomía y la cooperación entre iguales. El aula está distribuida en espacios de juego, donde pueden potenciar su creatividad e imaginación, manipulando e imitando de forma experiencial. El alumnado rota de manera no dirigida, libre y voluntaria por cada uno de los espacios. Los materiales, juegos y elementos que forman parte de estos ambientes son seleccionados en función de sus características educativas, de la edad y del ritmo de cada niño o niña. Su organización y presentación van cambiando para provocar en el alumnado la indagación y curiosidad constantes.

Trabajamos en el aula, por un lado, por proyectos partiendo de propuestas del alumnado en función de sus intereses e inquietudes; y por otro, generando propuestas pedagógicas de distinta temática que el profesorado estima interesantes. El desarrollo tiene un marcado carácter lúdico y utiliza todas las instalaciones del centro. La finalidad de esta dinámica de trabajo es ofrecer al alumnado experiencias cristalizadoras de una forma vivencial.

Los talleres se organizan a modo de atelier, con espacios y actividades planificadas en torno a las artes plásticas y la música. Las experiencias y los recursos materiales están diseñados para crear emoción, interés, descubrimiento… que hagan que el alumnado viva situaciones únicas y enriquecedoras.

Son celebraciones en torno a fechas muy señaladas que constituyen un elemento formativo transversal, ya que se vincula con múltiples dimensiones educativas: educación cívica, moral, intercultural; además de la formación en valores como la solidaridad, la empatía, el compromiso, el respeto, etc. Se llevan a cabo actividades previas al "Día de" durante la semana anterior, vivenciando mediante experiencias significativas la temática que se va a celebrar.

Del día a día surgen dudas, inquietudes y preguntas del alumnado que el profesorado atiende poniendo a su disposición los recursos necesarios para resolverlas, a través de investigaciones, recursos digitales y aportaciones familiares.

Diariamente se realizarán sesiones de psicomotricidad tanto fuera como dentro del aula. De esta forma por medio del desarrollo motriz, los niños y las niñas comienzan a conocer su cuerpo, con todas sus potencialidades y limitaciones, y construyen su autoconcepto. Estas sesiones serán lúdicas y estarán encauzadas por medio de circuitos motrices, la música, el baile, la dramatización, etc.

Partimos de la premisa de que la educación emocional no se aprende, no se enseña: se vive. Un centro que se emociona es un centro que escucha, que empatiza, que dialoga. Los niños y las niñas aprenden a conocerse y autorregularse mediante la escucha de sus propias ideas, emociones y sentimientos, y, también, del resto de personas que los rodean.

Exponer al alumnado a otros idiomas les lleva a percibir más fácilmente determinados fonemas y a reproducirlos, lo que hace que mejore su desarrollo lingüístico.

Priorizamos el aspecto asistencial, tan necesario en estas edades. El aseo, la alimentación y el descanso forman parte de la vida del aula. En íntima relación con esta atención están las rutinas diarias, fundamentales en esta etapa. Con ellas, pretendemos que el alumnado sea más autónomo y responsable, creándole seguridad y estabilidad. Las rutinas estructuran los distintos momentos de la vida en el centro, aportándoles una orientación y sentido temporal a los niños y a las niñas.

Nuestra acción educativa se basa en ofrecer situaciones que permitan al niño o a la niña construir su personalidad, sus estructuras mentales, es decir “su saber hacer y su saber ser”. La evaluación en esta etapa nos ayuda a comprender, a tomar decisiones para mejorar nuestra práctica educativa y detectar, analizar y valorar los procesos de desarrollo de los alumnos y las alumnas. Esta evaluación es global, formativa, tiene carácter procesual y continuo. En esta valoración se tienen en cuenta y se respetan los diferentes ritmos de aprendizaje del alumnado. La evaluación la realiza el profesorado tutor de forma individual, pero contrastando su opinión siempre con el equipo educativo y poniendo en común con la familia en reuniones periódicas en las que también se aporta información y la percepción sobre nuestra valoración.

El profesorado, con su actitud de observación y escucha activa, partirá de las características del alumnado para detectar sus intereses, capacidades y necesidades particulares, siendo su papel el de mediador y facilitador.

Se ofrecen distintos cauces de comunicación y colaboración, por medio del intercambio de información y de la participación familiar en la vida del centro. Favorecemos las relaciones con las familias, compartimos responsabilidades y nos coordinamos para desarrollar al máximo el potencial de nuestro alumnado.